Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16
A veces nosotros, los creyentes somos acusados de estar fuera de nuestras mentes. Tal vez ese es el estado que debemos aspirar; para estar desconectados de la mentalidad natural y humana y sus formas de pensar y dejarse guiarse por la mentalidad de Cristo, el Ungido de Dios. Cual era la mentalidad de Jesús cuando caminaba en la tierra? Él no se limitó en su pensamiento porque él estaba siempre enfocado en la orientación que recibió de su Padre. Jesús dijo en Juan 5:19: “De cierto os digo, el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Porque las cosas que el Padre hace, tambien las hace el Hijo igualmente. “Jesús no estaba preocupado con hacer lo que agradaba. Él ya habia resuelto esta cuestión. Se dedicó a llevar a cabo la voluntad del Padre. Y fue posible gracias a la unción de Dios en su vida, hizo todo lo que el Padre le dijo que hiciera. Ahora bien, nosotros tenemos acceso a la misma unción, la unción que nos permite recibir los pensamientos y la guía de Cristo.
Por lo tanto, tenemos que dejar de lado nuestra limitada mente humana, que se basa en el pensamiento racional y la evidencia de lo que podemos ver y en su lugar seguir y obedecer la revelación que recibimos de parte del Señor. Por la fe, la cual se desarrolla por medio de la meditación de la Palabra de Dios, podremos operar con la mente de Cristo, el Ungido. ¿Cómo? Tenemos que llegar a una posición de escucharlo:
- Al morir a uno mismo y nuestras propias maneras de hacer las cosas y nuestras propias necesidades y vivir por fe, es decir, vivimos en base de los mandatos y las promesas de la Palabra de Dios.
- Al vivir la verdad de Gálatas 2:20 todos los días: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Que la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí “.
- Y por permanecer en Cristo, es decir, mantener el enfoque sobre él todo el día, escuchando su voz, y vamos a él con cualquier asunto o inquietud, echando toda nuestra ansiedad sobre él
Al seguir estas prácticas podemos aprender a vivir por encima y más allá de nuestras circunstancias, para no depender de las cosas que vemos, sino para ser dependientes y sensibles a esa realidad invisible que podemos experimentar a través de nuestra relación con el Señor y la obediencia a él.