PARA todas las cosas hay tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su hora…tiempo de guardar, y tiempo de arrojar. Eclesiastes 3:1,6
El desorden, esta en todas partes. Es en nuestros hogares, en nuestras relaciones, en nuestros ministerios e incluso en nuestras mentes. El desorden es todas esas cosas extras que se acumulan con el tiempo. Teníamos intenciones de qué hacer con el material cuando lo adquirimos, pero que nunca llegamos a utilizarla como pensábamos. ¿O hemos asumido algunas tareas repetitivas o responsabilidades que en realidad no están produciendo los resultados originales que deseamos, sin embargo, todavía estamos involucrados en ellos. El desorden se acumula porque no hemos tenido tiempo para evaluar lo que tenemos o lo que estamos haciendo y determinar si se estamos produciendo algo de valor para nosotros mismos o para otros. Pero eso es lo que tendriamos que hacer regularmente, como sabemos, menos es más, cuando Dios es tu fuente.
Todo lo que es desorden en nuestras vidas afecta nuestra eficacia y nuestra calidad de vida. Tener demasiadas cosas puede ser algo debilitante, cosas que son basura o cosas que son útiles, pero que no estamos usando ocupa espacio y puede incluso ser una carga para nuestro tiempo. Algunas personas pueden convertirse en acaparadores, porque se basan en los bienes materiales más que confiar en el Señor Jesús.
Además de contar con el desorden de las posesiones, también podemos tener el desorden en nuestras relaciones, tenemos demasiadas personas que toman de gran parte de nuestro tiempo. Tenemos que buscar la guía del Señor a quien debemos dedicar nuestro tiempo y con quien se debe tener comunión. Lo mismo ocurre con el ministerio. ¿Con que oportunidades de servicio están involucrados? A pesar de que puede ser algo bueno, puede que no sean las tareas que el Señor nos ha enviado a hacer, tenemos que liberarnos de esas actividades y concentrarnos en lo que el Señor nos ha dicho hacer.
Y también podría tener el desorden en nuestras mentes, preocupaciones y temores, cosas que probablemente nunca sucedan a las que le damos demasiada atención. Necesitamos dejar esto al Señor para que él lo resuelva.
Así que no debemos continuar con el desorden en nuestras vidas al igual que el resto del mundo. Tenemos que limpiar, vender, tirar o regalar los elementos no utilizados o innecesarios, eliminar las actividades innecesarias, simplificar y hacer de nuestros hogares y nuestras vidas organizadas, limpias y ordenadas. Y al hacer esto vamos a destacarnos y ser apartados del resto del mundo. También estaremos en un mejor posicion para recibir del Señor, ya que hemos traído a nuestras vidas en mayor conformidad con su voluntad.