Tened por sumo gozo, hermanos míos, cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, no faltandoles nada. Santiago 1:2-4
Todos los días oro como el Señor me ha instruido, “Señor, que éste sea el mejor día que he tenido!” Así que un día el Señor me estaba preguntando que determina si un día es “bueno” o “el mejor” día? Me respondió con varias sugerencias:
¿Es un día en el que todo va bien?
¿Es un día donde recibimos bendiciones inesperadas o placeres?
¿Es un día donde obtenemos victorias o avances?
¿Es un día donde logramos metas que bendicen a los demás dando gloria a Dios?
Sin embargo, el Señor explicó que ninguna de estas sugerencias era adecuada para transmitir el concepto de su definición de lo que constituye una “mejor” día. Más bien, él explicó que la naturaleza de nuestros días son como este:
Cada día se nos presenta una serie de retos o problemas que se nos asignan para superar. Ahora, algunas personas simplemente ignoran estos problemas y se dedican a otras actividades. Otros tratan de evitar o escapar de estos problemas sólo para descubrir que los desafíos continúan persiguiendolos. Y otros cuando están bajo presión de sus problemas tratan de resolverlos por medios injustos y carnales tales como los conflictos, el engaño, el robo o incluso el asesinato y esto resulta en muchos dolor para sí mismos y para otros. Muchos se verán superados y derrotados por sus desafíos (Oseas 4:6), pero algunos, por el contrario, mediante la aplicación de sus talentos, los dones espirituales, los recursos y el ingenio del Espíritu Santo que resulta de una vida rendida al Señorío de Cristo , éstas no sólo superaran el reto, trae gloria a Dios y lleva bendiciones a los demás, sino que se trasladará a un nivel superior de existencia que se caracterizan por una mayor conciencia y aplicación de los principios espirituales en sus vidas. Así, en los ojos del Señor, nuestros mejores días son cuando dejamos de sentir lástima por nosotros mismos o que el miedo controle nuestras vidas y en su lugar obedecemos su palabra, le buscamos escuchando su voz y sacando los recursos espirituales, mentales y emocionales que ha sembrado dentro de nosotros para encontrar una solución a nuestros retos que van más allá de lo que podría ser alcanzado por la sabiduría o el esfuerzo del ser humano. Cuando unimos todos estos elementos, entonces estamos viviendo nuestro mejor día!
Recordemos entonces, cómo el apóstol Pablo nos describe en Romanos 8:37 que somos más que vencedores: “… en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Problemas y desafíos son típicos del mundo caído, torcido en el que vivimos. Sin embargo, hemos renacido y ahora participamos en la vida de Dios, su vida eterna, y se nos ha dado un nuevo propósito para vivir. Y a través de esta vida nueva, tenemos los recursos y el acceso a la sabiduría necesaria para enfrentar estos desafíos. Así que ahora podemos seguir experimentando de nuestros mejores días, esos días donde enfrentamos los desafios con todos los recursos que el Señor nos ha dado para producir resultados gloriosos.