… Y sed agradecidos.” Colosenses 3:15
Algunas veces alguien nos trata mal y nos crea sentimientos de resentimiento en nuestros corazones. Tales resentimientos afectan nuestras actitudes acerca de los demás y de nuestra vida. También afecta negativamente las palabras que salen de nuestras bocas. Pero tenemos que reconocer lo dañino que este tipo de actitudes y palabras son para nuestras vidas. Recuerda que Jesús nos dice en Marcos 11, que podemos tener lo que decimos. Ya sea que nuestras palabras sean positivas o negativas dirigen el curso de nuestras vidas. El escritor de Proverbios también nos recuerda que, “La muerte y la vida están en poder de la lengua, los que la aman comerán de su fruto,” Proverbios 18:21 . Así que no quiero ser cautivo de pensamientos negativo y hablar negativamente.
Entonces, ¿cuál es la solución? Tenemos que atacar la raíz del problema, que es nuestro resentimiento, ese dolor que se queda dentro de nosotros. Pero, ¿qué pasa si tomamos un enfoque diferente hacia aquellos que han hecho o dicho cosas contra nosotros. Que pasa si consideramos cómo estas personas encajan en toda nuestra vida y recordarmos las cosas positivas que han hecho o cualquier acción que nos ha beneficiado? Sí, cuando podemos considerar este tipo de acciones podemos utilizarlos para nuestro beneficio, pero dando gracias por los individuos. Como veras es difícil estar resentido con alguien a quien estamos agradecidos. Así que es posible ser libre de animosidad hacia los demás simplemente por el reconocimiento de su papel o su contribución a nuestras vidas y dar gracias por ellos, pasando por alto sus transgresiones. El resultado es un corazón libre de resentimiento y amargura que se libera de los fracasos y las heridas del pasado que puede pasar a cosas más grandes en lugar de verse obstaculizado por los sentimientos de derrota.
Esto es realmente donde queremos estar, avanzando a nuestro destino en lugar de ser desviados por las distracciones del diablo y los que imitan sus caminos. Seamos, pues, agradecidos por los demás, incluso aquellos que nos han herido, y avanzar al experimentar la gloria de Dios en nuestras vidas.