A la luz de los recientes actos de violencia que sucedieron en Virginia, Estados Unidos es importante ver como podemos como cristianos responder cuando estamos abrumados con pena y dolor. Todos nosotros experimentamos pena, trauma o dolor en diferentes momentos de nuestra vida. Hubo un evento en mi vida cuando la líder de un grupo cristiano con el cual trabajaba tuvo un problema personal conmigo y me saco del grupo. Fue un tiempo difícil para mi. No tenía alternativa. ¿Que podía hacer en ese momento cuando no podía participar mas en el grupo? Pensé que estaba en un callejón sin salida…
Cuando la pena y el dolor aparece podemos reaccionar o responder. Es natural que nosotros reaccionemos. Reaccionar no requiere mucho pensamiento o preparación. Si alguien nos hiere nuestra reacción inmediata es atacarlos en furia. Pero, ¿que logra esto? Podrá causar pena y dolor en otros pero no quitara el dolor que estamos experimentando. Pero esta no es la forma en que Dios hace las cosas. El nos dice en su palabra: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardío para hablar, tardío para airarse: Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios,” Santiago 1:19-20 y de Romanos 12:17, “No paguéis á nadie mal por mal.”
En vez de reaccionar con impulsos de nuestras emociones que pueden llevarnos a pecar y dañar a otros que se merezcan o no alguna retribución podemos responder de acuerdo a los principios de la palabra de Dios. Responder significa dar una respuesta considerable. Podemos hacer esto (1) porque Dios es capaz de sanar nuestras heridas y (2) Dios es capaz de tratar con aquellos que nos han herido. Nuestra respuesta requiere que vayamos a través de un proceso que incluye:
- Llorar
- Descansar
- Pasar tiempo en la presencia de Dios
- Perdonar
- Vencer la maldad
- Buscar guía
- Esperar en Dios
En mi caso encontré que estos pasos son vitales para recuperarse de la perdida experimentada y para continuar y descubrir nuevas oportunidades para realizar mi llamado a ministrar a otros y enseñar la palabra de Dios. Miremos a estos pasos uno por uno:
Llorar: Cuando alguien nos causa dolor necesitamos experimentar liberación de las emociones negativas que sentimos. Es por eso que lloramos. Liberamos las emociones negativas para que sean reemplazadas por emociones positivas. Dios desea proveernos de consuelo en la forma de alivio, consolación y confianza. Jesús nos dice en Mateo 5:4, “Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación.” Cuando tomamos tiempo para llorar y hacer duelo entonces podemos asegurarnos que la consolación vendrá y nuestras emociones negativas se irán. Pablo nos recuerda sobre la consolación de Dios.
“Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.” 2 Corintios 1:3-5
El es el Dios de toda consolación. No hay consolación que el no pueda proveernos. Pero no debemos inquietarnos, quejarnos o tener resentimientos. David nos dice en Salmos 37, “No te impacientes á causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán presto cortados, Y decaerán como verdor de renuevo,” Salmo 37:1, 2.
Tome tiempo para llorar. Mi participación y las cosas que vi logradas en el grupo fueron importantes para mí. Quería que nuestra organización se expanda y haga un impacto para Cristo, pero ahora el grupo estaba contrariado y todo mi trabajo fue para nada.
Descanso: En adición a llorar también necesitamos descansar. Nuestro dolor es una carga que se lleva nuestra energía. Debemos retomar nuestras fuerzas físicas y emocionales, así que tenemos que hacer lo que dice David en el Salmo 37:7 “Calla á Jehová, y espera [descansa] en él: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.” Jesús mismo nos ofrece descanso, “Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga,” Mateo 11:28-30.
Jesús nos llama a los que estamos cargados de todo el esfuerzo y el castigo que el mundo nos ha dado y de venir a, aprender de El y llevarla a el para compartirla. Esto nos trae al tercer tema, pasar tiempo en la presencia de Dios. Esta es la clave para eliminar nuestro dolor. Una de las razones por las cuales Jesús vino a la tierra fue para sanar nuestros corazones rotos. De hecho, cuando estamos sufriendo, Dios esta muy cerca nuestro; el nos esta apoyando. David nos dice en el Salmo 34, “Cercano está Jehová á los quebrantados de corazón; Y salvará á los contritos de espíritu,” Salmo 34:18. Cuando pasamos tiempo en la presencia de Dios, el nos imparte esperanza y fortaleza. Esperanza es la expectativa de que aun cuando hemos experimentado perdida y dolor, hay todavía un futuro brillante delante nuestro aunque no lo podamos ver desde nuestra situación presente.
Aparte de descansar y tomar tiempo para estar en la presencia de Dios. Tomaba un tiempo para escuchar música cristiana y pasar tiempo adorando al Señor. No era porque estaba feliz o alegre. Me sentía deshecho y derrotado. Aun así, me humille en la presencia de Dios y espere para que el me levantara. (1 Pedro 5:6-7)
La presencia de Dios nos da Fortaleza; se nos dice en 1 Samuel 30:1-19 de una ocasión cuando David y sus hombres descubrieron que sus familias habían sido tomadas cautivas. Sus hombres comenzaron a hablar de apedrearlo, pero David, dice la escritura, “se esforzó en Jehová su Dios,” 1 Samuel 30:6. Como resultado, David reunió a sus hombres para recobrar a sus familias. También leemos lo que fue hablado por Hanani a Asa el rey de Juda en 2 Crónicas 16:9, “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar á los que tienen corazón perfecto para con él.” Su fortaleza nos ayuda a sostenernos cuando nuestras vidas están destrozadas.
Dios no es indiferente a nuestros sentimientos o nuestra aflicción. El quiere ministrar nuestras necesidades. Jesús mismos nos dice en Apocalipsis 3:20, “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.” Tomando tiempo para orar, adorar, leer la palabra de Dios o estar en la compañía de nuestros hermanos y hermanas son formas en las que podemos recibir la consolación que Dios tiene disponible para nosotros.
Perdonado y haciendo el bien a tus enemigos: Al venir la sanidad a nuestras vidas podemos perdonar a aquellos que nos han herido y soltar el dolor para que podamos enfocarnos en los propósitos de Dios para nuestras vidas. Si, podemos perdonar. Si no perdonamos nuestro dolor no se ira e impedimos de recibir el perdón de Dios para nuestras propias vidas. Como cristianos estamos obligados a perdonar porque Dios mismo ha perdonado nuestros pecados y Jesús nos dice en Marcos 11:25, “, “Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas.” Pero nuestra obligación no se termina allí. Jesús también nos dice en Lucas 6:27-28 “Mas á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos, haced bien á los que os aborrecen; Bendecid á los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.”
Jesús nos dice que amemos a nuestros enemigos; eso significa mostrarles compasión y aun ayudarles a cuidar por sus necesidades. Nos dice que oremos por ellos. Eso no es difícil de hacer. Podemos orar para que ellos experimenten el amor de Dios y el perdón y que comiencen a vivir de acuerdo a sus justos mandamientos. Y nosotros tenemos que hacer el bien a aquellos que nos maltratan. ¿Es esta la forma en la que deseamos que otros nos traten? ¿Deseamos que ellos nos hagan el bien? ¿Quien será el primero en dar el primer paso? ¿Porque no ser nosotros? Seamos los que hagamos el bien a los que nos han maltratado. Seamos ejemplos positivos de lo que Cristo nos enseño.
He descubierto que cuanto mas pronto perdono a alguien, lo mejor es para mí. Esto ayuda a mi mente a recobrarme en vez de vengarme. Pero, el perdón no nos libera del dolor que estamos experimentando automáticamente. Todos tenemos que batallar la tendencia de desear dolor a aquellos que nos han herido. Pero si continuamos resistiendo esa tendencia un día estaremos completamente libres de toda malicia.
No seas superado por el mal: Al recobrarnos de la perdida nuestra atención necesita estar enfocada en las tareas constructivas que podemos lograr. No deseamos que nuestras emociones negativas nos manejen. Santiago 1; 20 nos dice: “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios,” En vez de estar enojado e inquieto David nos dice en el Salmo 37 de confiar en Dios y hacer el bien. Esto es que nuestro enfoque debe ser hacer lo que es correcto y ayudar a los que nos rodean. No importa lo que nos haya pasado tenemos el secreto que el Apóstol Pablo nos dio que venceremos a cualquiera que quiera hacernos daño: “No seas vencido de lo malo; mas vence con el bien el mal,” Romanos 12:21. Si adoptamos los caminos de nuestros adversario, entonces seremos como ellos y les causaremos el mismo dolor que ellos causaron porque el propósito detrás del mal en crear mas maldad. En vez, podemos vivir por este alto principio de vencer el mal con el bien. Siguiendo esta regla, el efecto de la maldad en cancelada. Jesús nos dijo que buscáramos el Reino de Dio, y su forma de hacer las cosas en nuestras vidas (Mateo 6:33). Adoptemos estas instrucciones como nuestros objetivos diarios para que no permitamos a la maldad lograr introducirse en nuestras vidas.
No necesitamos salirnos de nuestros caminos para hacer el bien a aquellos que nos han hecho mal; el Señor traerá estas oportunidades a nosotros. En mi caso tuve varias oportunidades para ayudar al grupo del que ya no formaba parte. Un ejemplo fue cuando estaba visitando la casa de un amigo y tenia una guitarra que pertenecía a la líder del grupo cristiano del que yo había sido miembro. La guitarra había sido “prestada” por otra persona pero nunca devuelta. Inmediatamente contacte a la líder y le pregunte si quería la guitarra de vuelta. Su respuesta fue “si”, y le lleve la guitarra. Sabía que era lo correcto; fue una oportunidad única que el Señor puso frente a mí para hacer una buena acción a la persona que me había hecho mal.
Buscar guía: ¿Entonces que debemos hacer sobre nuestra situación? Nuestras esperanzas y sueños pueden haber sido destrozados y parecen estar lejos de ser reparados, pero Dios aun tiene un destino y un lugar para cada una de nuestras vidas. Ahora necesitamos pedirle a Dios orientación. Santiago nos recuerda en Santiago 1:5 que si nos falta sabiduría, simplemente pedirle a Dios que le dará a cualquiera que se lo pida. En mi caso, porque obedecí las instrucciones de la palabra de Dios de perdonar, para que orara e hiciera el bien a aquellos que me hicieron mal, Dios me dio una idea para un nuevo ministerio. Resulto ser un ministerio mayor que el anterior y pude alcanzar a más personas.
Esperando en Dios: Así que hemos ido a través de este proceso. Nuestro dolor esta disminuyendo. No todo ha sido tratado. ¿Debemos reaccionar, dañar o decir malas cosas a aquellos que nos han herido? No, la palabra de Dios nos dice que no estemos ansiosos, que oremos y esperemos en el.
Salmo 40:1-3: “Resignadamente esperé á Jehová, E inclinóse á mí, y oyó mi clamor. E hízome sacar de un lago de miseria, del lodo cenagoso; Y puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca canción nueva, alabanza á nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y esperarán en Jehová.”
Filipenses 4:6, 7: “Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.”
Por causa de que he aprendido a responder en vez de reaccionar a los contratiempos con los que me he encontrado en mi vida, Dios me ha promovido a mejores lugares y a mejores oportunidades. Lo mismo puede ser verdad para cualquiera que se someta a las enseñanzas de la palabra de Dios. Pasando tiempo en su presencia, buscando sus caminos y esperando en El, entonces el día vendrá cuando podamos decir como David dijo en el Salmo 30:11, “Has tornado mi lamento en baile; Desataste mi saco, y me ceñiste de alegría.”
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