Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. 2 Corintios 4:7-11
¿Te acuerdas de lo que es jugar con una pelota de playa en el océano? ¿La pelota es tan liviana y fácil de tirar. Pero trata de sujetar la pelota bajo el agua y será casi imposible mantenerla sumergida. Hay tanto aire dentro de ella que sigue subiendo a la superficie. Simplemente no la podemos contener.
La misma característica puede decirse de los cristianos cuando estan sufriendo persecución. Puede que no le gustemos a la gente y traten de poner obstáculos en nuestro camino, marginarnos o hacernos daño. Ellos tratarán de que nos mantengamos abajo como una pelota bajo el agua. Sin embargo, hay algo dentro de nosotros que continua dandonos esperanza y optimismo, que nos anima a responder con amor y no con odio, para bendecir y no maldecir, a aquellos que nos persiguen, porque estamos asociados con el Señor Jesús.
Si bien podemos parecer impotentes en el exterior, hay un poder más grande dentro de nosotros (1 Juan 4:4) que nos hará levantarnos aún cuando los demás están poniendo tanto esfuerzo en mantenernos oprimidos. Es el mismo poder de la resurrección que levanto de los muertos a Jesús, el Ungido y nuestra Fuente de Vida. Por lo tanto, cuando nos encontramos con la presión de quienes se oponen a nuestra fe y valores, tenemos que reconocer que empujan en contra de algo más que nosotros mismos. Ellos están presionando contra el poder de la resurrección de Cristo, un poder más grande de lo que puede superar su fuerza natural y sus maquinaciones. Y a pesar de que podemos experimentar maltrato de los demás, no tenemos que seguirles el juego y actuar como una víctima o desanimarnos. Tenemos poderosos recursos de que disponemos, si sabemos cómo utilizarlos, y un poderoso Señor que tiene un gran futuro guardado para nosotros si obedecemos y nos rendimos a él (Efesios 2:10).
El apóstol Pablo comprendió estas verdades. Él no estaba consternado por la persecución que experimentó. Él entendió que la persecución va con el territorio de ser un seguidor de Jesús y de que algo grande vendría de todas sus luchas en nombre de Cristo. A pesar de que tuvo que soportar palizas y encarcelamientos, el mensaje, la vida y el poder de Cristo se manifiesta en y a través de la vida de Pablo. Tampoco había deseado renunciar a su asignación de parte del Señor. Más bien se mantuvo en su tarea hasta que pudo decir en 2 Timoteo 4:6-7, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla. He terminado la carrera. He guardado la fe “.
Así que cuando los demás nos maltraten porque seguimos al Señor Jesús, recordemos cómo la pelota de playa, simplemente no puede mantenerse sumergida, nunca pierde esa fuerza que lo mantiene levantandose hacia la superficie y que tenemos la misma cualidad dentro de nosotros a través de Cristo.