Huye de las pasiones juveniles; mas bien busca la justicia, la fe, el amor y la paz con los que invocan al Señor con un corazón puro. Pero rechaza los cuestionamientos necios e ignorantes, sabiendo que generan contiendas. El siervo del Señor no debe reñir, sino ser amable con todos, capaz de enseñar, paciente, corrigiendo con mansedumbre a los que se le oponen: tal vez Dios les dé el arrepentimiento que los lleve al pleno conocimiento de la verdad, y se recobren de la lazo del diablo, habiendo sido llevado cautivo por él a su voluntad. 2 Timoteo 2: 22-26.
Vivimos en una época en la que muchas personas a nuestro alrededor han sido atrapadas por Satanás y las cosas del mundo. La justicia
ha sido descartada y olvidada. Ahora el fin justifica los medios. La fe ha sido reemplazada por la duda y la incredulidad. El amor a Dios y al prójimo ha sido sustituido por el amor por las cosas y el estatus. Y en lugar de paz, hay conflictos, preocupaciones y confusión constantes.
Los medios de comunicación y la cultura popular no conocen a Dios y, por lo tanto, ignoran su amor, guía y capacidad. En tiempos así tenemos que ser luz y sal en este mundo. Tenemos que dar luz ala vida, el amor y el ministerio de Jesucristo y mantener su presencia y poder en este mundo.
El Señor no nos dejó impotentes en este mundo. Él es nuestra provision de todo lo que necesitamos en este tiempo. Pero tenemos que seguir aferrados en él. Como Jesús nos dijo en Juan 15,
Permanece en mí y yo en ti. Como el pámpano no puede dar fruto por sí solo si no permanece en la vid, así tampoco tú si no permaneces en mí. Yo soy la vid. Ustedes son las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. Si un hombre no permanece en mí, es arrojado como una rama y se seca; y la recogen, la arrojan al fuego y se quema. Si permaneces en mí, y mis palabras permanecen en ti, pedirás lo que desees y te será hecho. Juan 15: 4-7.
Es permaneciendo, es decir, pasando tiempo en la presencia del Señor en alabanza, oración, leyendo su palabra y escuchando su voz, que podemos cambiar el curso de nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean. Necesitamos dejar de enfocarnos en todos los problemas que enfrentamos y comenzar a enfocarnos en el todopoderoso Señor Jesús. El tiene toda la sabiduría y la fuerza que necesitamos. Así, podemos acudir a él con fe y expectativa si no nos damos por vencidos y veremos muchas victorias en nuestras vidas en 2022.
Y mientras permanecemos en la presencia de Cristo, el ungido de Dios, consideremos cómo podemos lograr un cambio en nuestro mundo al demostrar justicia, fe, amor y paz para que podamos manifestar la presencia y el poder de Cristo a quienes no lo conocen.